La presencia se ha forjado entera, desde los pies a lo más alto de mi comprensión y más alto aún no llego, pero espero, detenidamente y sin prisas porque el paso preciso es la ahoridad de único tiempo que tiene sentido.
Esta noche el sueño se ha ido de ronda y quedamos la ciega noche vacía de luna y yo, como tantas noches a entonar la melodía que la inspiración recita, sin perseguir más rima que la que salga y ser lo que soy sin más infructuosas búsquedas.
Hoy no hay sueño y la vigilia me lleva por el camino del discernimiento, porque el entendimiento ha reclamado entre tanto fluir su turno, y aquí estoy dejándole que a su modo exprese sus postulados, sea lo que sea que anda barruntando.
Quiere decirme que está cansado de buscar afuera, que entre tanto y tanto de ir entrelazando la memoria del supraconsciente ha encontrado la fórmula que le permite descansar de la fe y de la atención perenne y ser en definitiva lo que desde un principio ha venido a ser, quiere ser útil y discierne que la utilidad tiene su mérito, pues no está de más enfocar con acierto la lente y el objetivo que a cada instante resulta más recomendable, dada la fugacidad del tiempo y la inestabilidad de la luz que brilla entre la atmosfera sostenida de las estaciones de paso.
Quizás sea cierto, quizás hasta sea cierto por entero y venga el quizás a presentar la inutilidad de la duda, pues al dudar, la duda no hace más que postergar por otro tiempo la comprensión debida, y en eso no cabe duda alguna, la comprensión es necesaria al completo, pues sin su totalidad se abre paso al sufrimiento.
Estoy aquí parapetada entre la noche y mis agujeros y no cabe ni un milímetro cuadrado de desespero, atravesaré las horas del relojero y encontraré un camino que me lleve a la inspiración exacta y concreta que recite por entero mi Don, el sentido con el que ha brotado mi primer aliento, sin más desesperación, ni empecinado esmero, empezaré por lo primero y esperaré también a los segundos y a los terceros, porque por fin entiendo que del primero hasta el último todos somos imprescindiblemente necesarios.
Para los durmientes dulces sueños y para los insomnes un fructífero abrazo sincero, porque mis bellas almas están entrelazadas a mi ser y en todas ellas esta noche la luna se esconde dejando un vacío silencioso que invita a ser desde la oscuridad una lucidez apaciblemente unida.