No vivo temerosa del miedo, el miedo es obra y gracia que conjuga el valor y la valentía.
No hay muerte sin vida, ni tampoco viceversa. El valor suele ser proporcional al miedo, cuando tememos morir luchamos por vivir, cuando tememos vivir acabamos muertos de cualquier modo.
Quizás de un modo intuitivo he llegado a la conclusión de que es ese dualismo el secreto de los grandes misterios, porque si subo y bajo al mismo tiempo; si vivo desprendida de heroicidades y cobardías, viviendo simplemente lo que oportunamente toca en cada instante, al final realmente da lo mismo lo que ocurra, al final lo que penetra es el modo en que lo vives, lo sientes y lo haces tuyo.
Un solo aullido delata al lobo en su solitaria vivencia; puede que logre encumbrarse a lo más alto y aullar a la luna la noche entera, pero si no baja al valle y no caza no sobrevive, porque no se puede vivir solo de amores lunares, o en una vida de madriguera y cueva.
Todo sirve, nada, absolutamente nada es importante, por eso nada puede cortarse, nada puede dividirse, todo tiene su lugar inevitable, todo suma en la plenitud infinita y nada cuenta.