Del sueño a la Realidad...

Sueño que me despierto, veo las nubes detrás de los árboles, me levanto y atentamente observo el rostro reflejado en el espejo... preguntándome quién es la que está durmiendo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

ALIENTO






Lo poco que he aprendido, es que la fracción más pequeña de la vida es un aliento.  Siento hoy, como muchos, que la vida en invierno se hace más pesada, desconozco si debe ser por causa de la humedad o quizás por el peso de las noches ensanchadas; pero noto ciertamente que en invierno el ruido de las cadenas del alma parece ser más estridente y, por más que uno quiera desentenderse, al final siempre acaba entrándonos el cierzo por un agujero u otro. 

… Y lo he dicho ya. No se nada de milagros, lo único que sé, con absoluta seguridad, es que la fracción más pequeña de la vida es un aliento. Por eso, cuando se me amontona la vida, las emociones me embisten, las circunstancias me sobrepasan, los pensamientos me atropellan y las dudas me enfilan sin guardar su turno… por un instante me detengo y respiro. Respiro tan hondo y profundamente como me permiten mis pulmones y cuando ya no cabe ni una pizca más de aire en mi organismo, lo retengo un instante, concentrándome pausadamente en el cerco ilusorio que suele parecerme seguro; entonces, humildemente, libre de egos y apegos lo suelto concienzudamente hasta la última gota, sintiéndome limpia y absolutamente vacía.

No respiro de modo altruista, sería falaz decir otra cosa, puesto que cuando ese aliento se ha ido y me ha llenado otro, el nuevo aliento me trae consciencia renovada; Los matices cambian, la vida fluye, el cielo es límpido, la lluvia cae de forma natural, las prisas aguardan, el futuro espera, la razón toma su sitio justo y mi corazón obtiene un milímetro de calma. Ciertamente sin ninguna garantía, ninguna respuesta, ningún camino se ilumina. 

El aliento consciencia, es como una máquina cosechadora entre el trigo, un paso imprescindible para saborear el pan de cada día.

martes, 13 de diciembre de 2011

EMOCIOMETRO

Queda poco para que se diluya por completo, ignoro cuanto, pero sé que tarde o temprano su cristal holográfico será tan minúsculo que apenas podré percibir su apariencia.

Sin embargo, aunque del todo se evaporara su ahora, siempre me quedaría intacta su presencia clara, la que deliberadamente intenta enmascarar detrás del cerco blindado de su área de seguridad. 

Quizás deje de existir más allá de mi consciencia, pero mientras mi aliento siga circulando en su eterno vaivén, vivirá siempre conmigo compartiendo mi adn emocional.

Si algo sé, es que si se trata de emoción hay un patrón de rasgos imprevisibles que mide las cumbres y sus volcanes, y en mi vida hay un seismo crónico, al que pertenece por entero su latido exacto, puntual y fiel a si mismo. Incomparable medida en la que habitan las llaves de los sueños marinos, tan desconocidos y mortíferos como los cantos de sirenas y tan reales como el tacto perenne de sus dedos sobre el semillero de mi vientre.