Abro los ojos, la luz penetra a través de mis pupilas.
Gracias, ha amanecido ya.
Cada nuevo día recito, hoy es el día, será hoy, hoy es.
Mis pies me llevan despacito, con paso lento hacia el frente, donde sigue el curso de mi vida.
No parpadeo, atenta, muy atenta a las señales.
Me paro en los semáforos cuando la luz se vuelve ámbar. Y miro hacia los lados, sigo atenta, y en la pausa me repito, hoy es el día, hoy todo puede ser.
Un anhelo secreto me inyecta de energía, reposto, siempre lleno el depósito, pues he aprendido que nunca se sabe la carta que puede salirme al paso.
Sonrío desde dentro y media sonrisa se parte en mi cara, inoculando cierto aire despistado que me ofrece cobertura. Respiro.
Los caminos se abren, sólo un rumbo, recuerdo y repito mentalmente, sólo un rumbo.
Y sigo de frente, lo he decidido.
Caminando despacio consigo ver en perspectiva y sin cerrarme me dejo guiar por el latido.
Sigue las señales, se fiel, me digo y me repito, se fiel contigo.
Arden las venas, es agosto, la bruma de la mañana presagiaba ya el sol del mediodía, pero existe el agua. Bebo un sorbo, añadiendo tibieza a mi equilibrio sostenido.
Gracias, digo y bendigo la vida abiertamente.
... Y sigo, gracias, me repito y sigo fiel, porque creo que es la hora de creer para crear.
Hoy es el día, hoy, es hoy. – me digo y me repito, yo creo, si creo y sigo creando mi ser.
