Desde el tejado lo digo bajito, cuando no sirve el grito, ni la voz alzada para alumbrar.
No hay verbo, sólo silencio
entreteniendo al tiempo.
Llega la mañana y la brisa huele a fresco
aunque el sol enfurezca de rabia
sobre las nubes inmaculadas.
No hay distancia, sólo presencia
que amplía el horizonte en todo caso,
Así, me entretengo en regar las flores y el huerto,
acaricio el dulce aroma de la cosecha
donde todo empieza nuevo y acaba perfecto.
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