Del sueño a la Realidad...

Sueño que me despierto, veo las nubes detrás de los árboles, me levanto y atentamente observo el rostro reflejado en el espejo... preguntándome quién es la que está durmiendo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

CUANDO TODOS DUERMEN



Quedamos la noche y yo, acurrucadas mutuamente. Es fácil quedarse ovillada en el olvido de los miedos y dejar de sentir el frio tras los cristales dobles.

Ha habido noches distintas, donde el hielo derrapaba venganza fragmentando las venas en su desesperada huida del corazón caldera... ahora, en esta hora de sueño y poncho, el tiempo haciendo tablas ha ganado perdiéndose a si mismo.

Es un momento único, de los relamidos, porque parapetado de prisas se alisa y se calma desde dentro. Miro en cualquier dirección y la mirada flanqueada de consciencia sabe a renglón seguido del gozo de estar en si misma, observándome sin más religión que el silencio mío:.

El silencio es mi oro y las perlas que engarzan mi equilibrio, porque en el silencio hago mio el aliento y mientras respiro recorro la vida, satisfecha y tranquila, con el paso justo, el rumbo flexible y el corazón bañado de mieles y recuerdos que en él se anidan.

Es otoño y la energía se replega sobre si misma, dispuesta a cumplir su ciclo. Es otoño también entre mis cejas y voy poblando de hojarasca mi propia tierra, la piel se me eriza mientras aprendo a seguir la intuición de mi sonrisa y creo fácil, entre las manos, lo que pensando sesudamente me parecía utopía.

Hoy estamos la noche y yo cara a cara, en mutua compañía, yo cierro los ojos y le dejo hurgarme las cosquillas con disimulo, hasta que encuentra el pestillo de mis luces y mis circuitos delatan las viejas autovías de mi risa. Ella, reflejo mio se entretiene pintándome nubes entre las estrellas, para que descubra sendas vírgenes entre el vacío de ellas. 

Muy profundamente me contemplo en un momento de esos en los que me transparento y no consigo distinguir mi piel de la del resto de la enredadera, savia nutriendo el suelo con su propio esqueleto.

... y el resto... todo cuanto siento y todo cuanto veo es simplemente amor, no un amor desesperado que ciegamente tropieza en el tropel desbocado del pensamiento, sino el amor de unas manos que saben encontrarse, de un tranvía de besos interminable, de susurros dulces y de cómplices gestos...

...Sin prisas...El resto empieza cuando acaba esto.




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