Del sueño a la Realidad...

Sueño que me despierto, veo las nubes detrás de los árboles, me levanto y atentamente observo el rostro reflejado en el espejo... preguntándome quién es la que está durmiendo.

sábado, 29 de junio de 2013

DE LO PERSONAL Y DEL AMOR PROPIO




Una de las cosas que más me costó entender cuando di con el concepto transpersonal fue precisamente la gran extensión del mismo. Quizás mi mente era aún demasiado estrecha y demasiado escurridiza para poder darme cuenta de que es sin duda el pilar de la gran comprensión. 

Hablo o hablamos siempre desde nuestra pequeña visión particular sin tener en cuenta, muchas veces sin percatarnos siquiera que no es la realidad, sino nuestra propia, estrecha y particular percepción de un hecho, un momento, un supuesto. 

Después de todos estos años trabajando en la amplitud de miras, me doy cuenta de que la entrada y la salida es la mente. Todo está en la mente, mucho más allá de lo imaginable está ya configurado en la mente y hasta el concepto mente es mucho más amplio de lo que nunca, por más que busqué pude imaginar. 

Hoy todo se vuelve relativo. Las circunstancias pasan igual, los hechos, las sensaciones, las emociones, los miedos, todo igual que antes, sin embargo ahora sé que todo lo que ocurre, ocurre sólo en mi mente. Más allá, la gente que está implicada en mis circunstancias, las que rozan mis emociones, las que hacen saltar mis dudas o destapan mis miedos, están, pero soy consciente de que viven otras percepciones con otras emociones, otras dudas y otros matices que hacen que al final “su película” y mi película sean considerablemente distintas. 

No es mucho lo que he aprendido, saber que la realidad es esquiva y que delante de mis ojos existen mil velos, creencias que están programadas a nivel de mi subconsciente y que limitan mi capacidad de ser Todo aquello que soy en realidad. 

Hoy me doy cuenta de que mi humanidad es aún mayor, me miro y me sincero en nombre propio. Estoy sentada en la falda de la montaña de la humildad, mi nombre ya no me identifica, si detengo el pensamiento y expando la mirada, contemplo un horizonte pleno de sentido, con toda clase de tempestades y remolinos, sin embargo, en ese silencio ingrávido, se que todo tiene un sentido, un Sentido mayor que yo misma y mucho mayor que mi particular entendimiento, así que serenamente me quedo quieta mirando al horizonte y confío, respiro profundamente y en un supremo acto de fe le doy tiempo al tiempo para que ponga ante mi, oportunamente aquello que sea capaz de percibir. 

Mientras tanto, en esta hora de tempestad y calma, me observo sin juicio, despacio y serenamente, totalmente en silencio y me hallo más serena, más pacífica, más cercana y mis sentidos se mecen en la calma del que nada espera, del que nada ansía, del que vive en el compas del latido absoluto. 

No importa cuantas veces aún pueda derivar mi mirar, lo que más me importa es que siempre soy capaz de volver en mi, y ese mi desprendido de personalidades creadas por programaciones y condicionamientos se siente en casa, rodeado de paz y de amor propio, y al decir propio siento uno, porque no hay más clases de amor que el Amor en si mismo.

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