Hoy una sensación de inmensa presencia me acoge, me siento a plomo desde el centro de mí ser hacia todos mis extremos. La mirada inmensa me recorre de un solo vistazo y me entretengo en observar todos los puntos de vista, tranquilamente. Tengo la inmensa sensación de ser afortunada, observo paralelamente la fortaleza y la debilidad, el apego y la libertad; siento mis inercias y mi nuevas tendencias confrontándose sin lucha.
He mirado dentro de mi corazón y he encontrado el fin de mis resistencias, sin mirar más allá del ahora, me dejo llevar por el aroma de un susurro que me mece cariñosamente hacia el presente cálido y sostenido. He dejado de nadar contracorriente, de decidir de antemano lo que ha de suceder, también de responsabilizarme por lo que pueda hacer nadie respecto de mi proceder y he aplazado cualquier decisión trascendental.
Todo mi ser me pide calma, todo mi ser me llama en paz y yo lo miro desde todos los ángulos y lo hallo siempre en perfecta armonía, por eso he dejado de preocuparme por las tempestades que se rizan a nivel superficial, porque sé que son producto de mi mente, como los miedos y las mentiras y sólo con observar, soy capaz de presenciar como por sí mismo el humo se esfuma, la niebla se disipa y cae la oscuridad. Sólo tengo que pararme a observar. Darle tiempo al tiempo y oportunidad a la oportunidad.
Si lo pienso, viene a galope la oscuridad y pronuncia el ego un grito de agonía que aterra al más templado de mis pilares, sin embargo, a pesar de todo, sigo permanentemente enraizada a una profunda templanza que me brinda una enorme serenidad. A ella me acojo y en ella me abrigo.
Es fugaz, por eso transito lábilmente sobre la estela difusa del ahora, sin agarrarme a la cuerda del relojero, porque sin tiempo, la paz se me hace profunda y desde esa profundidad todo me parece posible, hasta los milagros y las maravillas… y entonces… con los ojos abiertos de par en par observo mi vida, a lo largo del día y simplemente me brota una sonrisa, una sonrisa de amplia consciencia, de gratitud y de alegría.
Hoy me rindo al amor, tal y como viene, con absoluta entrega y profunda atención. Porque en el amor hallo presencia, porque el amor… el amor, soy yo.
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