En lo incorpóreo hallé un hilo misterioso
que me condujo a la consciencia
llegué por instinto de supervivencia
siguiendo el rastro de una luz que parpadeaba
intermitente como la del faro
que impertérrito otorga al naufrago
la última esperanza desgastada,
precipitandonme a la costa
en salvaguarda del abismo oscuro
en el que flotaba.
No hay más rumbo que el de la tierra misteriosa,
ni más salida que desenvolver los miedos,
sacar el valor cual conejo de la chistera
y voltear los bolsillos.
Porque cualquier día sin ningún pretexto
la vida pide cuentas
rompiendo los espejos en los que acostumbraba a juzgarme
y a solas conmigo misma, sin monedas de cambio,
al final acabé confesando quien soy,
serenamente,
más allá de las palabras, los ojos y la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario