Del sueño a la Realidad...

Sueño que me despierto, veo las nubes detrás de los árboles, me levanto y atentamente observo el rostro reflejado en el espejo... preguntándome quién es la que está durmiendo.

lunes, 26 de septiembre de 2011

EL PASO.

Hay muchas maneras de vivir, hay quien vive la vida sentado debajo de la higuera contemplando el pasar de las nubes, hay a quien le da por viajar y coleccionar pegatinas en una maleta, hay quien decide inventarse un mundo a medida, hay quien vive mil vidas virtuales tras un ordenador.

Yo confieso que he renacido en una sucesión de vidas, hasta ahora debo aclarar que nunca se me dio demasiado bien andar al paso, pero ahora me doy cuenta de que el paso es decisivo. 

Solo se puede dar un paso cada vez, y cada paso que das te confiere movilidad, te mueves, cada paso que das te cambia de lugar, cada paso que das te cambia la perspectiva, el paisaje muta... la vida avanza.

Sinceramente se que no puedo decir que me aguardará en el camino, pero puedo asegurar que he encontrado mi paso, mi propio paso, el paso que andando me lleva al camino.  Lo que el camino me trae al paso siempre es nuevo, a veces familiar, a veces conocido, pero siempre distinto. No sé donde llegaré, ni que encontraré, ni con quien pueda cruzarme... Pero sé que cada paso que doy, lo doy con amor y consciencia.

Cada paso, paso a paso.

Cada paso que doy lo doy con consciencia,  porque he aprendido a mirar al horizonte y así, paso a paso mi alma está creciendo.

Cada paso que doy lo doy con amor, porque tengo el corazón agradecido, agradecido y pleno por la simple oportunidad que supone estar vivo. Por eso la forma en que amo, ya no se formula con complejas fórmulas quimicas, ni se enreda en tormentosas imaginerías, el amor que tengo es más simple, amo con los pies, con el pequeño acto, estando ahí cuando hay que estarlo, calentando un caldito, sacando la basura, preparando el desayuno, regalando un masajito, leyendo en voz alta, compartiendo un café.

Mi amor no es un amor de proyectos, ni de memorias, el amor que gasto es el de las suelas roidas, el que no se da por vencido y se levanta como Lázaro, milagrosamente en los infortunios.

Minuto a minuto, paso a paso, descubro la maravillosa aventura del camino.


Por eso ahí ando, caminando... gerundio en presencia pura.

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