Traicioné mi soledad con tus recuerdos,
-cruzaron la frontera de incógnito
en silente paso-.
Llegaste cansado y hambriento,
puse la olla al fuego,
abrí el chorro tibio de mi amparo,
sacudí el polvo de tu partida
mientras caía el mantel sobre la mesa.
No puedo negarte tu casa,
moras a tu libre albedrío
en mi corazón de pájaro,
y yo,
-cruzaron la frontera de incógnito
en silente paso-.
Llegaste cansado y hambriento,
puse la olla al fuego,
abrí el chorro tibio de mi amparo,
sacudí el polvo de tu partida
mientras caía el mantel sobre la mesa.
No puedo negarte tu casa,
moras a tu libre albedrío
en mi corazón de pájaro,
y yo,
que vuelo siempre en post
de horizontes más lejanos
recojo mis alas en tus brazos,
y tú,
de horizontes más lejanos
recojo mis alas en tus brazos,
y tú,
vuelves la mirada mientras descanso
a sabiendas que no hay paso más elevado
ni cerro más alto que me sea habitable,
y… entre tu tierra,
a sabiendas que no hay paso más elevado
ni cerro más alto que me sea habitable,
y… entre tu tierra,
broto en el verde y agua de tu voz ,
tu consciencia estirada y el paso inequívoco
que damos uno y no dos.
–al unísono-
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